El concepto de la restauración
Diversas ideas nos ofrece Cesare Brandi para tratar de establecer lo que la restauración es. Estas concepciones, a lo largo del texto, ayudan tanto a delimitar el concepto como a incluir todo aquello que considera factible de conservar.
“Intervención
dirigida a devolver la eficiencia a un producto de la actividad humana”.
Sin embargo, esta primera
definición resulta general, demasiado abierta y algo confusa, pues parece hacer
referencia a manufacturas industriales, dejando de lado la idea
del arte. Aun cuando el arte forma parte del quehacer humano, resulta difícil
verlo con los mismos ojos. Así, Brandi desglosa el término de funcionalidad en el sentido de recuperar la función o uso del objeto, algo
posible en lo industrial pero más etéreo en las artes. Por tanto, considera que
la funcionalidad existe, sí, pero
es menos relevante frente a los demás valores del
Bien.
Para clarificar la idea de conservar el arte, Brandi plantea primero qué es la obra de arte: un producto especial de la
actividad humana, que recibe el “reconocimiento
que se produce en la conciencia”, “por
el hecho de tener que ser realizado cada vez por un único individuo”
y “no puede producirse de otra forma que por esa propia
identificación que cada individuo le otorga”, siendo un “producto de la espiritualidad humana”.
- Producto de la actividad humana. Es el hombre quien lo concibe y lo expresa materialmente.
- Reconocimiento. Los seres humanos lo integran a su experiencia.
- Único e irrepetible. Solo un individuo puede crearlo, y solo una vez tendrá esa capacidad.
- Intencionalidad artística. El creador plasma en él su pasión.
- Comunicación con el espectador. El objeto transmite emociones.
Tras esta abstracción sobre lo
que la obra de arte representa, Brandi nos ofrece un primer acercamiento a la dualidad del Bien:
“La instancia estética, que corresponde al hecho básico de la
calidad de lo artístico por el que la obra es obra de arte; la instancia histórica,
que le concierne como producto humano realizado en un cierto tiempo y lugar, y
que se encuentra en un cierto tiempo y lugar.”
Prefiero no profundizar aquí en estas instancias —las trataré con detalle más adelante—. Me parece más importante ahora abordar el tema mencionado previamente: la instancia de funcionalidad o utilidad. Brandi dice:
“Aunque esté presente en la obra de arte —como en la arquitectura—,
no podrá ser tomada en consideración por sí, sino en base a su consistencia
física y a las dos instancias fundamentales con que se estructura la obra de
arte en la percepción que la conciencia hace de ella.”
Volviendo a Brandi, encontramos su definición definitiva de restauración (de obras de arte, no de Bienes Culturales, cabe aclarar):
“La restauración constituye el momento metodológico del
reconocimiento de la obra de arte, en su consistencia física y en su doble
polaridad estética e histórica, en orden a su transmisión al futuro.”
Una hermosa
manera de describir la labor que realizamos, aunque quizá no
del todo comprensible para quienes no están familiarizados con sus
terminologías e ideas.
Para Brandi, lo más importante
dentro del proceso es el resguardo de
la consistencia física, es decir, asegurar
la estabilidad material. Pero en una obra de arte, la materia
está íntimamente ligada a la imagen, lo cual hace que
la obra sea una unidad estructural completa.
Él señala:
“La consistencia material en que se manifiesta la imagen”,
y para “garantizar su mayor perdurabilidad posible... cualquier
intervención será única, legítima e imperativa... la que la obra de arte
consienta y requiera en orden a su subsistencia como imagen fija e irrepetible.”
De aquí se desprende un principio fundamental:
“Se restaura solo la materia de la obra de arte.”
Sin embargo, el resguardo de
esa materia —y de su imagen— debe considerar ante todo la instancia histórica en su doble
historicidad:
“Se ha dicho que la obra de arte goza de una doble historicidad; es
decir, la que coincide con el acto que la formuló —acto de creación— y remite a
un artista, un tiempo y un lugar; y una segunda historicidad, que proviene del
hecho de incidir en el presente de una conciencia, es decir, una historicidad
que hace referencia al tiempo y lugar donde en ese momento se encuentra.”
Estas propuestas, orientadas a
proteger la materia y la información histórica intrínseca al objeto, conducen a
buscar un equilibrio que Brandi sintetiza en otro principio esencial:
“La restauración debe dirigirse al establecimiento de la unidad
potencial de la obra de arte, siempre que esto sea posible sin cometer una
falsificación artística o histórica, y sin borrar huella alguna del transcurso
de la obra de arte a través del tiempo.”
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Adoración de los magos. José Rodríguez Carnero. s.XVII Capilla del Rosario, Iglesia de Sto Domingo, Puebla |
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