shōgai: La cara oculta del Ikigai

Una propuesta personal desde la restauración del alma

Este artículo propone una herramienta de autoría propia, abierta al uso reflexivo y no comercial.

1. Introducción

Mi vida gira en torno al arte, más concretamente a la restauración. Paso horas observando con detalle los daños en una obra, buscando cómo devolverle su brillo sin borrar su historia. Tal vez por eso, cuando conocí el concepto japonés de Ikigai, me sentí inmediatamente atraído por él.

El Ikigai propone encontrar el sentido de la vida en la intersección entre lo que amas, lo que sabes hacer, lo que el mundo necesita y por lo que te pueden pagar. Parece simple, incluso revelador. Pero cuando intenté aplicarlo en mi vida diaria, me di cuenta de que algo faltaba: ¿qué pasa con todo lo que te impide alcanzar ese equilibrio?

2. El Ikigai en la práctica (y su dificultad)

Durante un tiempo, elaboré mi propio Ikigai con honestidad. Identifiqué lo que disfruto, lo que me apasiona, mis habilidades y los problemas del mundo que me gustaría ayudar a resolver. Sin embargo, cuando intenté dar el siguiente paso, algo me frenaba.

Sentía miedos, molestias, bloqueos. Pensamientos negativos. Circunstancias fuera de mi control. El diagrama del Ikigai no tenía espacio para eso. Pero en mi realidad, sí estaban ahí. Y eran igual de importantes que mis motivaciones.


Diagrama de Marc Winn


3. Nace shōgai: lo que impide avanzar

Frente a esa sensación, creé mi propio concepto complementario: lo llamé shōgai (障害), que en japonés significa "obstáculo" o "impedimento".

Si el Ikigai representa la luz, el shōgai representa las sombras que la opacan. Y no para quedarnos en lo negativo, sino para reconocer lo que debemos limpiar, enfrentar o transformar.

Para mí, shōgai incluye:

  • Lo que me preocupa profundamente.
  • Lo que no hago bien.
  • Lo que odio o me disgusta.
  • Lo que daña al mundo y me paraliza.
  • Los miedos y pensamientos que me impiden actuar.

Al escribir esto, me di cuenta de que ponerle nombre a lo que estorba no me debilita, me fortalece. Porque solo puedes restaurar lo dañado si primero lo reconoces.

Propuesta original. David A Andrade


4. Ikigai y shōgai: un mapa completo

El siguiente paso fue juntar ambos conceptos. No como opuestos, sino como partes complementarias de un mismo mapa. Como restaurador, sé que una obra no solo se compone de los colores originales, sino también de las grietas, el polvo, los arañazos... y todo eso habla de su historia.

Secciones del Ikigai

Campo ¿Qué escribir? Preguntas guía
Lo que amas Actividades que te apasionan ¿Qué harías aunque no te pagaran?
En lo que eres bueno Habilidades y talentos ¿Qué haces bien sin esfuerzo?
Lo que necesita el mundo Problemas que quieres ayudar a resolver ¿Qué te gustaría cambiar en tu entorno?
Por lo que te pueden pagar Actividades con valor económico ¿Qué podrías ofrecer como servicio útil?

Secciones del shōgai

Campo ¿Qué escribir? Preguntas guía
Lo que te preocupa Miedos o ansiedades ¿Qué te roba la paz?
Lo que no haces bien Áreas de dificultad ¿Qué evitas por inseguridad?
Lo que odias Situaciones que te causan rechazo ¿Qué no soportas?
Lo que daña al mundo Injusticias sociales, ambientales ¿Qué abuso te genera impotencia?

5. Las intersecciones del Ikigai y del shōgai

Estas áreas representan la combinación de dos dimensiones vitales. Son zonas donde pueden surgir tanto el mayor potencial como los mayores conflictos.

Intersección Ikigai ¿Qué representa? Contraparte en shōgai ¿Qué obstáculo aparece?
Pasión
(Amas + Eres bueno)
Energía creativa, disfrute total Frustración Presión, perfeccionismo o falta de tiempo
Misión
(Amas + El mundo lo necesita)
Sentido profundo y propósito Impotencia Cansancio emocional, culpa
Profesión
(Eres bueno + Te pagan)
Estabilidad, realización laboral Inseguridad Dudas, miedo al fracaso
Vocación
(El mundo lo necesita + Te pagan)
Servicio útil y gratificante Ansiedad Conflicto interior, falta de identidad

6. Cómo construir tu propio Ikigai + shōgai

Este ejercicio está pensado como una herramienta de reflexión personal. No necesitas conocimientos técnicos, solo sinceridad y disposición a conocerte mejor.

¿Qué necesitas?

  • Un espacio tranquilo y tiempo para ti.
  • Papel o computadora.
  • Deseo honesto de explorar tu interior.

7. Restaurar el alma también es un arte

Tal vez esta idea no sea “académica”, pero sí es auténtica. Para mí, restaurar no es solo un trabajo. Es una forma de ver la vida. Al igual que las obras de arte, las personas también sufren desgaste con el tiempo, acumulan polvo emocional y se agrietan por dentro.

Aceptar lo que daña no es rendirse. Es el primer paso para sanarlo.

8. Una propuesta abierta

Llamé a esta herramienta shōgai, como una especie de espejo del Ikigai. No para reemplazarlo, sino para complementarlo. Para que cada persona que se siente bloqueada pueda trazar su propio mapa y encontrar el camino con más claridad.

Esta es una propuesta personal. No soy psicólogo ni filósofo. Solo alguien que intenta restaurar el sentido de las cosas, dentro y fuera del taller.

Si esta idea te sirve, úsala. Adáptala. Compártela. Y si resuena contigo, me encantará saberlo.

— David A Andrade López

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